jueves, 30 de mayo de 2013

Comienza la cuenta atrás



Por fin se acerca el momento, tengo cita en la clínica el próximo Martes. Confío en poder empezar ya. Han pasado seis meses desde el ectópico, y cada día tengo más ganas de iniciar el nuevo tratamiento.
Durante estos meses he intentado mantener mi optimismo, y cuando me sentía triste, porque todavía lo veía muy lejano, trataba de venirme arriba pensando en que cada día que pasa estamos más cerca de conseguirlo y aunque a veces nos parezca lo contrario, el tiempo pasa rápido.

Recuerdo perfectamente la primera vez que entramos en una clínica de reproducción asistida, parece que fue ayer. A pesar de que somos bastante tranquilos, aquel día el corazón nos iba a mil. Y aunque creíamos saber a que nos enfrentábamos todo era nuevo para nosotros.
 Desde entonces ya han pasado muchos meses, los nervios han desaparecido y con el tiempo, y sin querer, nos hemos convertido en esa clase de pacientes que ya son conocidos por parte del personal. Ojala no les sonase nuestra cara al vernos entrar, sería buena señal, pero cuando ya te conocen es porque o llevas tiempo o porque tu caso es poco usual.
Pero de todas formas deseo que llegue el día de volver, porque ello supone comenzar otra vez con esperanzas renovadas y sabiendo que esta vez puede ser la nuestra.
Es posible que estéis pensando que soy un poco rara, que nadie desea ir a una clínica. Supongo que en principio a ninguno nos hace gracia, pero cuando sabes que las posibilidades de conseguirlo de forma natural son nulas, y que de esta manera se te abre una puerta te agarras a ello. En nuestro caso los ciclos naturales no existen, no hay esperanza de conseguirlo este mes o al siguiente mientras esperamos entre un tratamiento y otro. Y aunque somos jóvenes el tiempo pasa, los años van corriendo y al echar la vista atrás nos damos cuenta de que cuando comenzamos esta aventura muchas personas que ya son padres, por aquel entonces, ni se lo planteaban.

Con esto no pretendo desanimar a nadie, todo lo contrario. Lo que quiero es compartir con vosotras lo que pienso, lo que siento pero sobre todo mis ganas de continuar para alcanzar nuestro sueño. No sé si lo que escribo puede ayudar a alguien pero me gustaría que sirviese para dar fuerza a quienes lo necesiten.

lunes, 27 de mayo de 2013

Emociones



Las mujeres que nos sometemos a tratamientos de reproducción asistida durante la betaespera pasamos por diferentes estados, y aunque intentamos estar positivas, por lo general, en algún momento nos invaden sentimientos negativos que no podemos evitar.
Es muy complicado vivir con la incertidumbre sobre todo cuando hemos depositado todas nuestras esperanzas en que todo saldrá bien.
En el momento en que decidimos someternos a un tratamiento de estas características, en muchos casos, hay una larga historia detrás y el hecho de que el ciclo no finalice como nos gustaría supone un desgaste psicológico importante.
Considero que los pensamientos negativos que nos invaden son una manera de autoprotegernos e intentar prepararnos ante un posible negativo. Aunque también creo que siempre mantenemos la esperanza, por pequeña que sea, de que todo salga bien y de que nuestro peke ya esté en camino.
Sin lugar a duda, la betaespera es una etapa de emociones difícil de explicar en la que tienen cabida la ilusión, la alegría, las risas,… pero en la que también existe un lugar para los miedos.

viernes, 24 de mayo de 2013

Un repaso por nuestra historia



Hace unos días prometí que contaría un poco más acerca de nuestra historia.  Y como lo prometido es deuda, ahí va…

 A los 23 años comencé a tener síntomas más que evidentes de algo no iba bien… Fue entonces cuando comenzó mi peregrinaje de médico en médico. Aunque al principio no sabían exactamente lo que me estaba pasando todos coincidían en que lo que ocurría no era normal. Por fin, después de unos meses hubo un diagnóstico: Fallo ovárico precoz.
Tres palabras que sin duda cambiaron mi vida. Un diagnóstico que cayó como una losa sobre mí pero que con el tiempo he ido asimilando.

En ese momento mi pareja, al que a partir de ahora me referiré como C, al igual que yo era muy joven y todavía no se planteaba tener hijos. Estábamos terminando de estudiar y vivíamos en una ciudad lejos de nuestra familia. Pero a pesar de su juventud, me demostró su apoyo incondicional, su amor y sobre todo me hizo saber que estaría conmigo siempre y que algún día seríamos padres.
El tiempo fue pasando y nuestra vida cambiaba a pasos agigantados. Terminamos nuestros estudios, comenzamos a trabajar y fuimos asentando las bases de lo que será nuestra familia.

Pasados tres años desde aquel diagnóstico decidimos ser padres, teníamos muy asumido que nos esperaba un largo camino.
Antes de comenzar con los tratamientos nos hicieron varias pruebas y fue ahí donde descubrimos que C también tenía un problemilla que complicaba la situación. Pero de todas formas intentaríamos una ovodonación.
Cuando ya íbamos a comenzar el primer tratamiento nos animaron a intentar FIV-ICSI por aquello de que todavía éramos muy jóvenes y a lo mejor se podía conseguir algún óvulo para fecundar. Aunque siempre nos dejaron claro que lo veían muy difícil.
Debido a mi problema la estimulación ovárica se complicaba mucho. Los pocos óvulos que se pudieron conseguir eran de mala calidad, por lo que o no fecundaban o daban lugar a embriones que degeneraban y no había transferencia.
Entonces nos planteamos la ovodonación, que desde un principio había sido nuestra primera opción. Pero antes decidimos hacer más pruebas y descubrimos que el problema de C era más serio de lo que parecía. En consecuencia las posibilidades de éxito se reducían bastante.
Unos meses más tarde, tras haberlo pensado tranquilamente, optamos por la embriodonación.

Desde entonces hemos realizado un ciclo en el que me quedé embarazada, pero duró muy poco. La beta no evolucionaba correctamente y después de varios controles se confirmó lo que ya sospechábamos, un ectópico. Por lo que todo terminó sin apenas haber comenzado.
En estos momentos estamos a unas semanas de iniciar un nuevo tratamiento, en el que confío plenamente. Creo que después de casi tres años en este camino ya va siendo hora.


miércoles, 22 de mayo de 2013

Preguntas inoportunas



Creo que todos a lo largo de nuestra vida pasamos por alguna situación difícil y al principio nos resulta incómodo hablar de ello públicamente o con algunas personas.

Los que nos que nos enfrentamos a la infertilidad, normalmente, tenemos que lidiar con las inoportunas preguntas por parte de quienes lo saben o de quienes quieren saber. Soy consciente de que la mayoría las formulan desde el cariño, pero a veces lastiman.

Nunca he tenido problemas para hablar de la infertilidad, lo que me resultaba incómodo eran esas preguntas indiscretas que muchas veces evitaba cambiando de tema. Sobre todo porque creo que cada uno debe contar hasta donde considere y los demás deben respetarlo.
A día de hoy  ya no me duele dar respuestas. Contesto con total naturalidad y cuento hasta donde creo que debo contar dependiendo quien sea el que pregunta.

Con esto no digo que debamos explicar algo tan personal a todo el mundo, ni mucho menos. Cada uno sabe a quien debe contárselo. Concretamente en nuestro caso son pocas las personas a las que se lo hemos dicho pero muchas las que lo sospechan y lanzan esas dichosas preguntitas, a las que respondo pero sin profundizar demasiado.
                                                                                                   

domingo, 19 de mayo de 2013

Donantes

La primera vez que escuché hablar de donantes de óvulos estaba en la facultad. Era mi primer año de carrera y una compañera me lo comentó. La verdad es que me pareció asombroso. En ese momento pensé que la ciencia estaba avanzando a pasos agigantados. Pero por aquel entonces el mundo de la reproducción asistida era un completo desconocido para mí.

En una ocasión había leído, por casualidad, un artículo acerca de donantes de esperma, y aunque me pareció muy positivo que existiese esta opción, no sé porqué, no me sorprendió tanto.
Si en ese momento me hubiesen hablado de embriodonación me sonaría a ciencia-ficción.

En aquellos años yo todavía no sospechaba que mi descendencia sería posible gracias a la generosidad y al altruismo de unos donantes.

Desde entonces han pasado diez años y las cosas han cambiado mucho. Lo que antes me parecía tan lejano hoy forma parte de mi día a día.
Cuando lo pienso, siento una enorme gratitud hacia las personas que deciden donar. No puedo ni quiero evitar ese sentimiento. Es un agradecimiento sincero, que independientemente de si consigo tener un hijo o no, siempre estará presente en mí.

Simplemente puedo decir GRACIAS.

viernes, 17 de mayo de 2013

Paso a paso...


Si tuviésemos la posibilidad de adelantarnos al futuro posiblemente hubiésemos sido papás muy jóvenes. Pero en nuestro caso no hubo tiempo para reaccionar, un fallo ovárico se presentó sin previo aviso cuando tenía 23 años. Por aquel entonces yo no imaginaba la dureza de este camino.
Cuando pude asimilar lo que me estaba ocurriendo supe que mi mayor sueño, ser madre, no iba a ser fácil. Aun así confiaba en que lo conseguiríamos en el primer tratamiento... qué equivocada estaba.

Han pasado casi tres años desde que decidimos ser padres. Desde entonces ha habido momentos de ilusión, esperanza, decepción,... Sabemos lo que supone que un tratamiento se cancele, conocemos la sensación de una beta positiva pero también la desesperación de pasar por un ectópico.

En estos momentos estamos muy cerca de iniciar otro tratamiento de embriodonación con el mismo positivismo que siempre pero con más ganas que nunca.

Aunque la infertilidad no es plato de buen gusto para nadie con el tiempo he aprendido que siendo positiva se vive mejor. A veces es inevitable estar de bajón, pero intento ser optimista, y pienso en todo lo que esta larga espera me ha enseñado.